¿Qué es la amigdalitis?
La inflamación de las amígdalas o amigdalitis es una infección –aguda, recurrente, o crónica– de las amígdalas palatinas, comúnmente conocidas como anginas. La amigdalitis aguda es una de las enfermedades más comunes en la infancia y en la mayoría de los casos aparece por un virus. También se denomina faringo-amigdalitis.
¿A quién afecta?
Toda la población está expuesta por igual a esta infección, independientemente de su ocupación o nivel socioeconómico, ya que se transmite fundamentalmente a través del aire, al toser, estornudar o simplemente hablar y el principal factor de riesgo es la cercanía a un paciente contagioso.
La amigdalitis es más frecuente en los meses de invierno y durante la infancia, dada la exposición frecuente de los niños a los gérmenes, sobre todo en etapa escolar, que fomentan su contagio y propagación.
¿Qué causa la amigdalitis?
La amigdalitis suele estar causada por un virus en alrededor del 60% de las ocasiones y por bacterias en el 40% restante. Hay una gran variedad de virus y bacterias que pueden causar la infección, entre ellos el virus de Epstein-Barr (perteneciente a la familia herpesvirus), el virus de influenza (gripe) y la bacteria estreptococo del grupo A.
¿Qué síntomas tiene?
Dependiendo de si la amigdalitis es causada por un virus o una bacteria, sus síntomas pueden variar.
La amigdalitis vírica puede producir:
ØInflamación de las amígdalas.
ØDolor de garganta.
ØVoz gangosa.
ØÚlceras en la boca.
ØFiebre baja.
ØTos.
ØMucosidad nasal.
ØMalestar general (síntomas como de un catarro con dolor de garganta).
La amigdalitis causada por una bacteria responde a:
ØFiebre más alta (más de 38.5º).
ØMalestar general y dolor local más pronunciados.
ØAmígdalas con exudación (“placas” blanquecinas).
ØGanglios del cuello inflamados de forma más llamativa.
¿Cuándo debemos acudir al médico?
Ante la aparición de cualquiera de los síntomas vistos anteriormente debemos acudir a la consulta de nuestro médico de cabecera, y sobre todo si se dan las siguientes circunstancias:
1) El paciente es de corta edad.
2) Existen síntomas clínicos muy pronunciados.
3) Se padece una enfermedad de base mal controlada (diabetes, pacientes inmunodeprimidos…).
4) Se ha realizado un tratamiento sintomático de 3 o 4 días sin mejoría.
5) Hay algún otro síntoma de gravedad como, por ejemplo, convulsiones por la fiebre, dificultad respiratoria, sangrado por la boca, etc.
¿Pueden producirse complicaciones?
La faringo-amigdalitis puede causar complicaciones, sobre todo, en el caso de la amigdalitis crónica. Algunas de ellas son:
ØFlemones y abscesos periamigdalinos o ganglionares.
ØInfecciones de los espacios profundos del cuello.
ØObstrucción respiratoria.
ØDeshidratación.
ØAfectación cardíaca, fiebre reumática o afectación renal.
ØAmigdelectomía (intervención quirúrgica).
En algunas ocasiones, las amígdalas son tan grandes que dificultan de forma importante la respiración o la deglución, causando trastornos del crecimiento o del sueño.
¿Cómo se trata la amigdalitis?
El profesional médico, en función de sus síntomas, determinará el tratamiento más adecuado en cada caso.
A veces pueden realizarse pruebas específicas, como el exudado de garganta, para determinar si la causa es vírica o bacteriana. Si es bacteriana y el paciente presenta tres o cuatro de los síntomas clínicos de este tipo de infección, la amigdalitis deberá ser tratada con antibióticos.
En líneas generales, se recomienda:
ØReposo, sobre todo si hay fiebre.
ØHidratación adecuada.
ØUso de analgésicos, antitérmicos y antiinflamatorios, siempre bajo prescripción médica, y para reducir el malestar de los síntomas ocasionados por la enfermedad.
¿Qué es una amigdelectomía?
La amigdalectomía es una operación muy habitual en la otorrinolaringología y su fin es la extirpación de las amígdalas palatinas (las anginas, en lenguaje coloquial).
La técnica quirúrgica utilizada para extirpar las amígdalas se realiza a través de la boca, casi siempre bajo anestesia general y, generalmente, es una cirugía de corta estancia hospitalaria, por lo que la mayor parte de las veces requiere de un día de ingreso.
Con frecuencia, en la misma intervención para extirpar las amígdalas se procede a la resección del tejido adenoideo o vegetaciones, ya que los niños suelen tener problemas en ambas áreas.
La operación de amigdalitis es aconsejable cuando los episodios de amigdalitis son tan frecuentes o graves que llegan a afectar a la salud general del niño, llegando a interferir en sus actividades cotidianas.
¿Podemos prevenir la amigdalitis?
Las claves de la prevención se centran en evitar el contacto con aquellas personas que están padeciendo una infección aguda de amigdalitis. Si tenemos contacto con alguien enfermo, las medidas a adoptar se basan en las normas habituales de higiene:
ØLavado de manos frecuente.
ØToser o estornudar con la boca cubierta.
ØEvitar compartir alimentos, vasos o utensilios.
ØHuir de aglomeraciones y ambientes cargados.
Además, mantener un estilo de vida saludable reforzará nuestro sistema inmune y lo hará más resistente ante cualquier enfermedad.
10 Consejos ante la amigdalitis
1) Guarda reposo, sobre todo si tienes fiebre.
El sueño es fundamental para mantener un sistema inmunológico saludable y para responder a las infecciones bacterianas y víricas.
2) Asegúrate de estar bien hidratado.
Beber agua es indispensable para eliminar toxinas y recuperar el líquido que hayas podido perder durante el proceso infeccioso.
3) Elige bebidas naturales o tibias.
Evita las bebidas calientes y/o frías, pueden irritar aún más tu dolor de garganta.
4) Realiza gárgaras con agua salada.
Existen soluciones ya preparadas de agua de mar que pueden ayudarte a calmar el dolor de garganta.
5) Consume una dieta blanda, que no moleste mucho al tragar.
Puré, pasta o arroz son una buena opción al inicio de la enfermedad, pero debes ir realizando una progresión gradual en la ingesta de alimentos hasta llegar a una dieta general.
6) Evita el consumo de sustancias irritantes.
El alcohol, el tabaco, ají, gaseosas, pueden hacer empeorar tus síntomas.
7) Mantén los espacios comunes bien ventilados.
Evitarás que otros miembros de tu familia puedan contagiarse.
8) Sigue la medicación prescrita por tu médico.
Cumple el tratamiento en la forma pautada por el médico, ya que no hacerlo puede ocasionar la pérdida de efectividad del medicamento y retrasar tu recuperación.
9) Visita al médico en caso de que los síntomas no hayan mejorado.
El profesional médico determinará, tras una nueva exploración, el tratamiento más adecuado para responder eficazmente a la enfermedad.
10) Acude a urgencias si aparecen signos de gravedad o de complicación.
Hazlo lo antes posible para descartar otras enfermedades asociadas.
La recomendación final, ante la presencia de síntomas sospechosos, consulta a un médico inmediatamente, para buscar el tratamiento adecuado, que te ayudara a recuperar tu salud
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