Antes de que se desarrollara la vacuna, la tos ferina era considerada
una enfermedad de la infancia. Ahora la tos ferina afecta principalmente a los
niños que no han completado el esquema de vacunación y a los adolescentes y
adultos que han perdido la inmunidad.
Las muertes asociadas a la tos ferina son muy poco frecuentes pero
ocurren frecuentemente en bebés. Por eso es tan importante que las mujeres
embarazadas, y otras personas que van a tener contacto directo con el bebé, se
vacunen contra la tos ferina.
¿Qué es la tosferina?
La tosferina es una infección respiratoria aguda muy
contagiosa causada por una bacteria llamada Bordetella pertussis. Las
bacterias de la tosferina se adhieren a los cilios (pequeñas extensiones
parecidas a vellos) que recubren parte del aparato respiratorio superior. Estas
bacterias liberan toxinas (venenos) que dañan los cilios y provocan la
inflamación de las vías respiratorias.
¿A quién puede afectar?
La tosferina se ha considerado siempre una
enfermedad predominantemente infantil, con una importante afectación de
lactantes pequeños, quienes suelen presentar las mayores tasas de
hospitalización, complicaciones graves y mortalidad. No obstante, se detecta
cada vez con más frecuencia en personas de mayor edad.
¿Cómo se contagia esta enfermedad?
La bacteria causante (B. pertussis) infecta
solo al ser humano y penetra en el organismo por vía aérea a través de
secreciones respiratorias. Su período de incubación habitual es de 7-10
días, pero puede llegar hasta 21 días. Su
transmisión es máxima antes de la aparición de los primeros síntomas y hasta al
menos 2 semanas después del inicio de la tos. A los 5 días de un
tratamiento eficaz cesa la transmisión.
Desde hace décadas se dispone de vacunas
efectivas para esta enfermedad, que se administra primero a las mujeres
embarazadas para proteger al bebé, y, posteriormente, al propio niño durante su
primer año de vida. Sin embargo, la tosferina no se erradica, ya que
ni las vacunas, ni el hecho de haber pasado la infección previamente
proporcionan protección permanente.
¿Cuáles son los síntomas de la tosferina?
Se suelen reconocer tres fases dentro de esta
infección, aunque a veces su curso puede ser menos típico:
- Primera fase o fase catarral: es
la más contagiosa, dura 1-2 semanas y es indistinguible de un catarro
común.
Los primeros síntomas pueden durar de 1 a 2 semanas y suelen incluir:
·
Moqueo o
congestión nasal
·
Fiebre baja
(menos de 100.4 °F)
·
Tos leve
ocasional (puede no suceder con los bebés)
·
Apnea
(pausas en la respiración que pueden ser mortales) y ponerse azul o morado en
el caso de bebes y niños pequeños
En sus primeras etapas, la tosferina no parece ser algo más que un
resfriado común. Por ese motivo, los profesionales de atención
médica a menudo solo la presumen o diagnostican cuando aparecen los síntomas
más graves.
- Segunda fase o fase paroxística: Entre
una y dos semanas después de que empiecen los primeros síntomas, las
personas con tosferina podrían presentar accesos de tos rápidos, violentos
e incontrolables (paroxismos). Estos accesos de tos generalmente duran
entre 1 y 6 semanas, pero pueden durar hasta 10 semanas. Los accesos de
tos generalmente empeoran y se vuelven más comunes a medida que la
enfermedad continúa. Aparecen los síntomas clásicos de la tosferina:
·
Accesos de
tos bruscos y repetitivos que, con frecuencia, provocan vómitos y con un
sonido peculiar al inspirar que se conoce como “gallo”. Estos accesos aumentan
en intensidad durante 1-2 semanas, se estabilizan durante 2-3 semanas y van
disminuyendo progresivamente.
·
Se sienten
muy cansados entre los accesos de tos, pero parecen estar bien entre ellos.
·
En recién
nacidos, prematuros y lactantes menores de 2 meses, pueden aparecer episodios
de pausas respiratorias (apneas) y coloración azulada de la zona alrededor
de la boca (cianosis) sin tos.
·
La fiebre y
la dificultad respiratoria son muy poco frecuentes y su presencia obliga a
descartar la presencia de otras infecciones asociadas.
- Tercera fase o fase de convalecencia:
los síntomas van remitiendo a lo largo de semanas o incluso meses, aunque
pueden empeorar otra vez con nuevas infecciones respiratorias.
La recuperación de la tosferina puede ser lenta. La
tos se vuelve más leve y menos frecuente a medida que mejora.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de sospecha de la tosferina es
clínico y relativamente sencillo en lactantes y niños no vacunados que
presentan un cuadro de tos típica. En cambio, no lo es tanto en niños
vacunados, o en adolescentes o adultos en los que el cuadro clínico de tos no
es característico.
La confirmación se lleva a cabo en el laboratorio
mediante una técnica conocida como PCR (reacción en cadena de la polimerasa), a
partir de una muestra de moco que se extrae de la nariz del paciente. Esta se
ha convertido en la técnica de elección por su elevada capacidad para detectar
la bacteria en los casos de tosferina, pero no es inmediata y, en ocasiones, se
puede tardar hasta 2-3 días en disponer del resultado. Además, es útil en las
primeras fases de la enfermedad, pero en cuadros más evolucionados se tiene que
recurrir a analíticas sanguíneas.
¿Cuál es el tratamiento?
Al ser una infección provocada por una bacteria, se
requerirá de antibióticos para combatir la tosferina. Los más utilizados son
azitromicina (en pautas de 5 días) y claritromicina (en pautas de 7 días).
La administración precoz (en fase catarral) de estos
antibióticos puede reducir la intensidad y duración de la sintomatología, así
como la contagiosidad. Por ello, en la mayoría de los casos, se iniciará el
tratamiento ante la sospecha clínica de la enfermedad, si bien aún no se
disponga de confirmación microbiológica. Una vez establecida la tos típica, el
tratamiento tiene poco impacto sobre su evolución clínica, pero sí puede
disminuir la transmisión de la bacteria.
En el caso de pacientes de menor edad, puede ser
necesario el empleo de otras medidas como la oxigenoterapia suplementaria, la
monitorización respiratoria, un ambiente relajado, una dieta adaptada, etc.
En cuanto a los antitusígenos, tienen una eficacia
limitada, así como el salbutamol o, incluso, los corticoides inhalados u
orales, que se pautan para intentar aliviar los cuadros de tos, pese a que su
efectividad no ha sido demostrada.
Las medidas más efectivas en el control de esta
enfermedad son el mantenimiento de una alta tasa de cobertura vacunal en niños,
adolescentes y adultos, evitando además la exposición de los lactantes y
otros sujetos con alto riesgo de contagio.
En concreto, existen tres medidas fundamentales para
la prevención de la tosferina:
- Vacunación: es
la mejor medida preventiva para el control de esta enfermedad. En nuestro
país, su administración se realiza a los 2, 4 y 11-12 meses de edad, con
un refuerzo posterior a los 6 años y una dosis final en el adolescente
(12-14 años). Como la vacunación no se inicia hasta los 2 meses de
vida, la estrategia para proteger a esos lactantes, que son los que desarrollan
las formas más graves de la enfermedad, es la vacunación sistemática
frente a tosferina a todas las embarazadas entre la 28 y la 36 semana de
gestación, que se ha iniciado en los últimos años. De esta manera, la
madre genera anticuerpos contra la enfermedad que van a pasar al feto a
través de la placenta y que le protegerán hasta que pueda vacunarse.
- Administración del mismo tratamiento que
recibe el paciente al resto de convivientes, aunque se encuentren
asintomáticos, con el fin de limitar la transmisión de la bacteria. Esta
medida no está indicada en compañeros de clase en colegios, guarderías o
institutos.
- Aislamiento respiratorio del
paciente hasta cumplir, al menos, 5 días de tratamiento.
Manejar los síntomas en
casa
Maneje los síntomas de la tosferina y disminuya el riesgo de
transmitirles las bacterias a otras personas.
- No tome medicamentos para la tos salvo
que se lo recomiende su profesional de atención médica.
- Tome los antibióticos exactamente de la
manera en que los haya recetado el médico.
- En lo posible, mantenga la casa libre de
agentes irritantes que pudieran desencadenar la tos, tales como humo,
polvo y vapores de sustancias químicas.
- Use un humidificador limpio de vapor frío
para ayudar a aflojar las mucosidades y a calmar la tos.
- Lávese frecuentemente las manos con agua y
jabón por al menos 20 segundos.
- Coma pequeñas comidas cada cierta cantidad
de horas para ayudar a prevenir los vómitos.
- Tome bastante líquido, como agua, jugos y
sopas, y coma frutas para evitar la falta de líquidos (deshidratación).
- No tome medicamentos para la tos salvo que
se lo recomiende su profesional de atención médica. La medicina para la
tos probablemente no ayudará y con frecuencia no se recomienda para niños
menores de 4 años.
- Notifique de inmediato cualquier signo de
deshidratación a su profesional de atención médica.
Los signos de deshidratación incluyen:
- Boca seca o pegajosa
- Somnolencia o cansancio
- Sed
- Menos cantidad de orina o menos pañales
mojados
- Pocas o ninguna lágrima cuando llora
- Debilidad muscular
- Dolor de cabeza
- Mareos o sensación de desmayo.
Obtener tratamiento en Emergencia
en un Hospital
La tosferina a veces puede ser muy grave y puede causar complicaciones,
especialmente para los bebés. Las personas con enfermedad grave o
complicaciones necesitan atención médica en un hospital. Aproximadamente
la mitad de los bebés menores de 1 año que contraen la tosferina necesitan
recibir atención médica en un hospital.
El tratamiento hospitalario de la tosferina generalmente se enfoca en lo
siguiente:
- Mantener las vías respiratorias despejadas.
Esto podría requerir sacar (succionar) las mucosidades.
- Monitorear la respiración y dar oxígeno, si
es necesario.
- Prevenir o tratar la deshidratación. Las
personas podrían necesitar líquidos intravenosos (a través de una vena) si
muestran signos de deshidratación o tienen dificultad para comer.
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