jueves, 10 de noviembre de 2022

TOSFERINA, también llamada Tos Convulsa


La tos ferina (pertusis) es una infección de las vías respiratorias sumamente contagiosa. En muchas personas se caracteriza por una tos seca intensa seguida de sonidos agudos al inhalar que parecen chillidos.

Antes de que se desarrollara la vacuna, la tos ferina era considerada una enfermedad de la infancia. Ahora la tos ferina afecta principalmente a los niños que no han completado el esquema de vacunación y a los adolescentes y adultos que han perdido la inmunidad.

Las muertes asociadas a la tos ferina son muy poco frecuentes pero ocurren frecuentemente en bebés. Por eso es tan importante que las mujeres embarazadas, y otras personas que van a tener contacto directo con el bebé, se vacunen contra la tos ferina.

¿Qué es la tosferina?

La tosferina es una infección respiratoria aguda muy contagiosa causada por una bacteria llamada Bordetella pertussis. Las bacterias de la tosferina se adhieren a los cilios (pequeñas extensiones parecidas a vellos) que recubren parte del aparato respiratorio superior. Estas bacterias liberan toxinas (venenos) que dañan los cilios y provocan la inflamación de las vías respiratorias.

¿A quién puede afectar? 

La tosferina se ha considerado siempre una enfermedad predominantemente infantil, con una importante afectación de lactantes pequeños, quienes suelen presentar las mayores tasas de hospitalización, complicaciones graves y mortalidad. No obstante, se detecta cada vez con más frecuencia en personas de mayor edad.

¿Cómo se contagia esta enfermedad?

La bacteria causante (B. pertussis) infecta solo al ser humano y penetra en el organismo por vía aérea a través de secreciones respiratorias. Su período de incubación habitual es de 7-10 días, pero puede llegar hasta 21 días. Su transmisión es máxima antes de la aparición de los primeros síntomas y hasta al menos 2 semanas después del inicio de la tos. A los 5 días de un tratamiento eficaz cesa la transmisión.

Desde hace décadas se dispone de vacunas efectivas para esta enfermedad, que se administra primero a las mujeres embarazadas para proteger al bebé, y, posteriormente, al propio niño durante su primer año de vida. Sin embargo, la tosferina no se erradica, ya que ni las vacunas, ni el hecho de haber pasado la infección previamente proporcionan protección permanente.

¿Cuáles son los síntomas de la tosferina?

Se suelen reconocer tres fases dentro de esta infección, aunque a veces su curso puede ser menos típico:

  1. Primera fase o fase catarral: es la más contagiosa, dura 1-2 semanas y es indistinguible de un catarro común.

Los primeros síntomas pueden durar de 1 a 2 semanas y suelen incluir:

·         Moqueo o congestión nasal

·         Fiebre baja (menos de 100.4 °F)

·         Tos leve ocasional (puede no suceder con los bebés)

·         Apnea (pausas en la respiración que pueden ser mortales) y ponerse azul o morado en el caso de bebes y niños pequeños  

En sus primeras etapas, la tosferina no parece ser algo más que un resfriado común. Por ese motivo, los profesionales de atención médica a menudo solo la presumen o diagnostican cuando aparecen los síntomas más graves.

  1. Segunda fase o fase paroxística:  Entre una y dos semanas después de que empiecen los primeros síntomas, las personas con tosferina podrían presentar accesos de tos rápidos, violentos e incontrolables (paroxismos). Estos accesos de tos generalmente duran entre 1 y 6 semanas, pero pueden durar hasta 10 semanas. Los accesos de tos generalmente empeoran y se vuelven más comunes a medida que la enfermedad continúa. Aparecen los síntomas clásicos de la tosferina:

·         Accesos de tos bruscos y repetitivos que, con frecuencia, provocan vómitos y con un sonido peculiar al inspirar que se conoce como “gallo”. Estos accesos aumentan en intensidad durante 1-2 semanas, se estabilizan durante 2-3 semanas y van disminuyendo progresivamente.

·         Se sienten muy cansados entre los accesos de tos, pero parecen estar bien entre ellos.

·         En recién nacidos, prematuros y lactantes menores de 2 meses, pueden aparecer episodios de pausas respiratorias (apneas) y coloración azulada de la zona alrededor de la boca (cianosis) sin tos.

·         La fiebre y la dificultad respiratoria son muy poco frecuentes y su presencia obliga a descartar la presencia de otras infecciones asociadas.

  1. Tercera fase o fase de convalecencia: los síntomas van remitiendo a lo largo de semanas o incluso meses, aunque pueden empeorar otra vez con nuevas infecciones respiratorias.

La recuperación de la tosferina puede ser lenta. La tos se vuelve más leve y menos frecuente a medida que mejora.

Cabe destacar que la tosferina del niño vacunado tiende a ser más leve y más corta.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de sospecha de la tosferina es clínico y relativamente sencillo en lactantes y niños no vacunados que presentan un cuadro de tos típica. En cambio, no lo es tanto en niños vacunados, o en adolescentes o adultos en los que el cuadro clínico de tos no es característico.

La confirmación se lleva a cabo en el laboratorio mediante una técnica conocida como PCR (reacción en cadena de la polimerasa), a partir de una muestra de moco que se extrae de la nariz del paciente. Esta se ha convertido en la técnica de elección por su elevada capacidad para detectar la bacteria en los casos de tosferina, pero no es inmediata y, en ocasiones, se puede tardar hasta 2-3 días en disponer del resultado. Además, es útil en las primeras fases de la enfermedad, pero en cuadros más evolucionados se tiene que recurrir a analíticas sanguíneas.

¿Cuál es el tratamiento?

Al ser una infección provocada por una bacteria, se requerirá de antibióticos para combatir la tosferina. Los más utilizados son azitromicina (en pautas de 5 días) y claritromicina (en pautas de 7 días).

La administración precoz (en fase catarral) de estos antibióticos puede reducir la intensidad y duración de la sintomatología, así como la contagiosidad. Por ello, en la mayoría de los casos, se iniciará el tratamiento ante la sospecha clínica de la enfermedad, si bien aún no se disponga de confirmación microbiológica. Una vez establecida la tos típica, el tratamiento tiene poco impacto sobre su evolución clínica, pero sí puede disminuir la transmisión de la bacteria.

En el caso de pacientes de menor edad, puede ser necesario el empleo de otras medidas como la oxigenoterapia suplementaria, la monitorización respiratoria, un ambiente relajado, una dieta adaptada, etc.

En cuanto a los antitusígenos, tienen una eficacia limitada, así como el salbutamol o, incluso, los corticoides inhalados u orales, que se pautan para intentar aliviar los cuadros de tos, pese a que su efectividad no ha sido demostrada.


¿Se puede prevenir la tosferina?

Las medidas más efectivas en el control de esta enfermedad son el mantenimiento de una alta tasa de cobertura vacunal en niños, adolescentes y adultos, evitando además la exposición de los lactantes y otros sujetos con alto riesgo de contagio.

En concreto, existen tres medidas fundamentales para la prevención de la tosferina:

  1. Vacunación: es la mejor medida preventiva para el control de esta enfermedad. En nuestro país, su administración se realiza a los 2, 4 y 11-12 meses de edad, con un refuerzo posterior a los 6 años y una dosis final en el adolescente (12-14 años).  Como la vacunación no se inicia hasta los 2 meses de vida, la estrategia para proteger a esos lactantes, que son los que desarrollan las formas más graves de la enfermedad, es la vacunación sistemática frente a tosferina a todas las embarazadas entre la 28 y la 36 semana de gestación, que se ha iniciado en los últimos años. De esta manera, la madre genera anticuerpos contra la enfermedad que van a pasar al feto a través de la placenta y que le protegerán hasta que pueda vacunarse.
  2. Administración del mismo tratamiento que recibe el paciente al resto de convivientes, aunque se encuentren asintomáticos, con el fin de limitar la transmisión de la bacteria. Esta medida no está indicada en compañeros de clase en colegios, guarderías o institutos.
  3. Aislamiento respiratorio del paciente hasta cumplir, al menos, 5 días de tratamiento.

Manejar los síntomas en casa

Maneje los síntomas de la tosferina y disminuya el riesgo de transmitirles las bacterias a otras personas.

  • No tome medicamentos para la tos salvo que se lo recomiende su profesional de atención médica.
  • Tome los antibióticos exactamente de la manera en que los haya recetado el médico.
  • En lo posible, mantenga la casa libre de agentes irritantes que pudieran desencadenar la tos, tales como humo, polvo y vapores de sustancias químicas.
  • Use un humidificador limpio de vapor frío para ayudar a aflojar las mucosidades y a calmar la tos.
  • Lávese frecuentemente las manos con agua y jabón por al menos 20 segundos.
  • Coma pequeñas comidas cada cierta cantidad de horas para ayudar a prevenir los vómitos.
  • Tome bastante líquido, como agua, jugos y sopas, y coma frutas para evitar la falta de líquidos (deshidratación).
  • No tome medicamentos para la tos salvo que se lo recomiende su profesional de atención médica. La medicina para la tos probablemente no ayudará y con frecuencia no se recomienda para niños menores de 4 años.
  • Notifique de inmediato cualquier signo de deshidratación a su profesional de atención médica.  

Los signos de deshidratación incluyen:

  • Boca seca o pegajosa
  • Somnolencia o cansancio
  • Sed
  • Menos cantidad de orina o menos pañales mojados
  • Pocas o ninguna lágrima cuando llora
  • Debilidad muscular
  • Dolor de cabeza
  • Mareos o sensación de desmayo.

Obtener tratamiento en Emergencia en un Hospital

La tosferina a veces puede ser muy grave y puede causar complicaciones, especialmente para los bebés. Las personas con enfermedad grave o complicaciones necesitan atención médica en un hospital. Aproximadamente la mitad de los bebés menores de 1 año que contraen la tosferina necesitan recibir atención médica en un hospital.

El tratamiento hospitalario de la tosferina generalmente se enfoca en lo siguiente:

  1. Mantener las vías respiratorias despejadas. Esto podría requerir sacar (succionar) las mucosidades.
  2. Monitorear la respiración y dar oxígeno, si es necesario.
  3. Prevenir o tratar la deshidratación. Las personas podrían necesitar líquidos intravenosos (a través de una vena) si muestran signos de deshidratación o tienen dificultad para comer.

Si tú o tus niños tienen alguna de las molestias las arriba mencionadas, acude con nosotros a Policonsultorio BioVida, donde podremos ayudarte a recuperar tu salud o la de tu familiar, tenemos la experiencia y el conocimiento para poder ayudarte.

Estamos en la Calle Crevaux 317, frente a la plaza principal, atendemos de lunes a viernes mañana (07:30 a 12:00) y tarde (15:30 a 18:00), reservas al 77032111; o si prefieres a través de teleconsulta desde la comodidad de tu hogar.

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miércoles, 9 de noviembre de 2022

LARINGITIS Ó TOS PERRUNA, que debes saber

La laringitis aguda es una causa frecuente de obstrucción aguda de las vías aéreas superiores en la infancia, siendo un motivo de consulta habitual en un servicio de urgencias. Es un síndrome caracterizado por la presencia de un grado variable de tos perruna o metálica, afonía, estridor y dificultad respiratoria.

¿Qué es la laringitis aguda?

La laringitis aguda es una inflamación de la laringe, que es la vía aérea superior donde se encuentran las cuerdas vocales. Dicha inflamación ocasiona una obstrucción de esa zona de intensidad variable.

¿A quién afecta?

La laringitis aguda afecta, sobre todo, a niños y niñas entre los 6 meses y 6 años de edad, con mayor intensidad en el segundo año de vida, aunque puede afectar a niños de cualquier edad.

La laringitis representa un 15-20% de los casos de infecciones respiratorias y puede aparecer en cualquier época, aunque es más frecuente en otoño e invierno por los cambios climáticos bruscos y las epidemias de virus respiratorios.

¿Qué causa la laringitis aguda en niños?

La laringitis aguda suele estar provocada por un virus, principalmente por el virus parainfluenza, y en concreto el virus parainfluenza 1el más frecuente y causante de, aproximadamente, la mitad de los casos.

Existen otros virus que pueden causar laringitis aguda y entre ellos se encuentran:

Virus influenza A y B: virus de la gripe y causante de la epidemia de influenza estacional cada año.

Adenovirus: pueden infectar las vías respiratorias, así como los ojos, el sistema digestivo y las vías urinarias.

Virus respiratorio sincitial: es un virus muy común que causa otras infecciones en los pulmones y en las vías respiratorias en los bebés y niños pequeños, como la bronquiolitis.

¿Qué síntomas produce?

La laringitis aguda produce inflamación en la zona donde se encuentran las cuerdas vocales, lo que ocasiona que su síntoma más característico sea una tos seca, conocida como “perruna”, porque recuerda al ladrido de un perro, que puede ir acompañada de afonía.
Esta tos perruna puede:

·         Esta infección puede aparecer acompañada de fiebre.

·         Comenzar de forma brusca (generalmente, de madrugada).

·         Ir precedida de síntomas catarrales.

·         Acompañarse de fiebre en grado variable y durante unos 2-3 días.

En casos moderados y/o graves de laringitis, puede aparecer un ruido característico con la respiración, que conocemos como estridor. Este sonido es señal de que las vías respiratorias superiores están estrechadas. Este ruido aumenta cuando el niño se agita o con el llanto y, en casos graves, provoca dificultad respiratoria, similar a la que se produce en una crisis asmática.

¿Qué tipos de laringitis hay?

La laringitis aguda se puede clasificar en:

1.    Laringitis leve: el niño tiene tos perruna, ronquera o afonía y puede presentar estridor cuando tose, llora o se agita, pero no cuando está en reposo.

2.    Laringitis moderada: al igual que la laringitis leve, se caracteriza por tos perruna y ronquera pero, en este tipo de laringitis, el pequeño presenta estridor cuando está en reposo.

3.    Laringitis grave: presenta las mismas características de la laringitis moderada pero en esta aumenta mucho la dificultad para respirar. Además, puede aparecer una coloración azulada alrededor de la boca cuando el niño o niña se agita.

¿Cómo se diagnostica?

La laringitis aguda puede diagnosticarse con la historia clínica y una exploración física adecuada, y no precisa de la realización de pruebas complementarias. En la exploración, el profesional médico debe:

Mantener al niño en la posición lo más confortable posible (en lactantes, preferiblemente, en brazos de los padres y/o cuidadores).

Evitar explorar la garganta, ya que puede producir empeoramiento de los síntomas.

¿Cómo se trata?

La laringitis aguda suele ser un proceso benigno que, en muchas ocasiones, no requiere de otras medidas terapéuticas más que de antiinflamatorios y, principalmente, corticoides, estos últimos siempre bajo prescripción médica. La mayoría de los pacientes no precisan exploraciones complementarias ni hospitalización, por lo que pueden ser tratados en Atención Primaria.

Además, dado que se trata de un proceso producido por virus, no es necesario tomar antibióticos. En casos moderados y/o graves, se recurrirá a adrenalina administrada en aerosol con el fin de bajar la inflamación de la vía aérea.

Claves ante la laringitis aguda en niños:

1.    Evita el ambiente seco en casa. Utiliza humidificadores o permanece con el niño o niña en el baño para que respire el vapor generado por el agua caliente.

2.    Abrígale e intenta que respire aire frío de la calle. Aunque no existen pruebas de su eficacia, parece tener un efecto beneficioso en la desinflamación de las vías respiratorias.

3.    Mantén la cabeza del niño elevada en la cama. Para ello eleva el cabecero de la cuna del niño, favorecerás su respiración.

4.    No le fuerces a comer.  Es normal que ante una laringitis, tu pequeño pierda el apetito. En su lugar, ofrécele líquidos para mantenerle hidratado.

5.    Acude siempre a tu médico de confianza. La laringitis aguda mejorar en, aproximadamente, una semana tras dos o tres días de tratamiento con corticoides, que deberán ser pautados por tu médico, y no requiere de tratamiento con antibiótico.

6.  Controla su temperatura. Si presenta fiebre, puedes administrarle un medicamento antitérmico (paracetamol o ibuprofeno) para bajar su temperatura corporal.

7.    Vigila su respiración. Si tu hijo presenta estridor -un ruido característico que aparece con la respiración- aunque esté tranquilo, tiene dificultad para tragar o babea mucho, y su dificultad respiratoria empeora, acude de inmediato al servicio de urgencias.

¿Cuándo debo consultar?

Si, en cualquier momento, su hijo presenta empeoramiento debe buscar atención médica inmediata. Esto incluye:

·         Cuando haga ruido al coger el aire (estridor) estando el niño tranquilo.

·         Si tiene dificultad respiratoria: respira cada vez más deprisa, se le marcan las costillas, mueve mucho el abdomen, se le hunde el pecho o estira el cuello.

·         Si presenta coloración blanquecina o azulada alrededor de la boca.

·         Cuando el niño tenga dificultad para tragar o si babea mucho.

Si presenta empeoramiento de los síntomas.

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miércoles, 5 de octubre de 2022

Acidez Estomacal

¿Qué es la acidez estomacal?

La acidez estomacal es una sensación de ardor o quemazón en la parte inferior del pecho  debajo o detrás del esternón, que en ocasiones se irradia hasta el cuello o la garganta y puede llegar acompañada de un sabor agrio o amargo.

Se produce cuando la abertura o anillo muscular que separa el estómago y el esófago (el tubo muscular que transporta los alimentos y líquidos de la boca al estómago) no se cierra por completo tras el paso de los alimentos. En consecuencia, una cantidad excesiva de ácidos del estómago la atraviesan y pasan al esófago –es lo que se conoce como reflujo gastroesofágico, y como resultado, este se irrita y se produce la acidez.

Con frecuencia, esa sensación de quemazón, que puede durar desde algunos minutos hasta varias horas, se produce después de una comida copiosa o mientras se está acostado o inclinado. No se trata de una dolencia grave y la mayoría de las personas la experimentan alguna vez en su vida, pero también puede producirse de manera frecuente (dos o más veces por semana). Es entonces cuando se habla de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).

¿Quién padece acidez de estómago?

El 25% de los adultos del mundo occidental padecen los síntomas más frecuentes de ERGE (pirosis o quemazón y regurgitación) una vez al mes, mientras el que el 12% los sufre una vez a la semana y el 5%, a diario. Se trata, por tanto, de una dolencia bastante común, sobre todo entre personas mayores y mujeres embarazadas.

Por otra parte, según un reciente estudio, la prevalencia de enfermedad por reflujo gastroesofágico se estima en un 15%, con una prevalencia mensual de pirosis (sensación de quemazón) del 32% y de regurgitación del 22%. En la Atención Primaria de los diferentes países, la enfermedad por reflujo gastroesofágico representa el 5% de las consultas.

¿Qué causa la acidez estomacal?

Los jugos gástricos están compuestos por ácido, enzimas digestivas, por lo que un contacto prolongado con estos puede acabar lesionando el revestimiento del esófago, lo que a su vez produce el ardor.

De acuerdo a la Academia Americana de Gastroenterología, los problemas de acidez estomacal se producen cuando el esófago entra en contacto con una gran cantidad de jugos gástricos durante, efectivamente, un periodo de tiempo prolongado. Normalmente, la válvula muscular localizada en el extremo inferior del esófago, llamada esfínter esofágico inferior o EEI, mantiene el ácido en el estómago y fuera del esófago, pero, si se relaja, permite el reflujo de ácido estomacal o, en otras palabras, que el ácido vuelva al esófago. Cuando existe ERGE, esto pude suceder con mucha frecuencia.

Igualmente, puede causar acidez estomacal la hernia de hiato, una afección en la cual parte del estómago pasa por encima del diafragma, el músculo que separa el tórax y la cavidad abdominal.

¿Qué puede empeorar la acidez gástrica?

Existen numerosos factores que pueden provocar o empeorar la acidez de estómago, entre ellos:

· Comer en exceso.

· El embarazo.

· Acostarse poco después de comer.

· Tener sobrepeso o ser obeso.

· Padecer estrés excesivo.

· Fumar o inhalar humo de otros fumadores.

· Tomar café, incluso el descafeinado, u otras bebidas con cafeína.

· Beber alcohol.

· Ingerir bebidas carbonatadas.

· Comer cítricos, cebollas, productos a base de tomate, chocolate, menta o pastillas de menta.

· Tomar alimentos demasiado grasos o comidas picantes como la pizza, el ají, locoto y el curry.

· Algunos medicamentos como la aspirina, el ibuprofeno, anticolinérgicos (para el mareo, por ejemplo), sedantes para el insomnio o la ansiedad, bloqueadores Beta para la presión arterial alta, broncodilatadores para el asma, antidepresivos tricíclicos o algunos fármacos para el Parkinson, entre otros.

¿Cuáles son sus síntomas?

El principal síntoma de la acidez es la pirosis o sensación de quemazón o ardor incómoda y/o dolorosa en la mitad del tórax, detrás del esternón, o en la parte superior del abdomen, entre el tórax y las caderas. Esta sensación se puede extender hasta el cuello y la garganta.

En ocasiones, también se pueden padecer regurgitaciones y sentir que un gusto agrio o amargo invade la garganta y la boca, pero sin que se produzcan náuseas.

Igualmente otros posibles síntomas son dificultad para tragar o dolor en el pecho.

¿Qué complicaciones puede tener?

La acidez de estómago no suele ser grave, pero si comienza a producirse con frecuencia puede provocar esofagitis o infamación del recubrimiento del esófago.

En este caso, probablemente ya no se trate de un simple ardor de estómago ocasional y deben descartarse dolencias como la gastritis (recubrimiento inflamado del estómago), la hernia de hiato, la úlcera péptica o la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).

Esta última puede derivar a su vez en estenosis péptica (estrechamiento del esófago), esófago de Barrett (condición precancerosa en la que el revestimiento del esófago cambia y se asemeja al intestino) y cáncer de esófago, que puede llegar a producirse cuando se sufre durante años ERGE sin que reciba tratamiento. Por este motivo, es muy importante acudir al especialista, en el caso de que la acidez se repita dos o más veces por semana.

¿Cómo se diagnostica la acidez estomacal?

Generalmente, la acidez de estómago se diagnostica a partir de un examen médico y la descripción de los síntomas por parte del paciente. En el caso de que el diagnóstico no sea claro o el ardor se repita con mucha frecuencia, puede ser necesario realizar distintos exámenes para descartar o confirmar afecciones más graves, entre ellos, un estudio de la motilidad esofágica o una esofagogastroduodenoscopia (endoscopia digestiva alta) para examinar el revestimiento del esófago.

¿Cómo se trata el ardor de estómago?

Los expertos aseguran que es posible controlar la acidez estomacal ocasional cambiando, por una parte, algunos hábitos en el estilo de vida y, por la otra, ingiriendo de manera adecuada determinados medicamentos:

1. Modificaciones en el estilo de vida. Algunas de las principales recomendaciones son:

· No tomar chocolate, café, menta, alimentos grasos o picantes, productos a base de tomate y bebidas alcohólicas.

· Comer con moderación y lentamente, siguiendo un horario regular y masticando cuidadosamente.

· Ingerir mucho líquido, especialmente al tomar medicamentos.

· No ingerir alimentos entre dos y tres horas antes de irse a dormir.

· Evitar acostarse justo después de comer. Es preferible dormir la siesta sentado en un sillón o sofá.

· No hacer ejercicio inmediatamente después de comer.

· Perder peso, en caso de que se padezca sobrepeso u obesidad.

· Dejar de fumar y evitar estar con personas que fuman. El tabaco inhibe la saliva, además estimular la producción de ácido estomacal y relajar el músculo entre el esófago y el estómago.

· Elevar la cabecera de la cama.

· Usar prendas holgadas a la altura del estómago.

· Reducir el estrés.

· Evitar fármacos como el ácido acetilsalicílico, el ibuprofeno o el naproxeno cuando no sean necesarios. En su lugar, consultar al médico o farmacéutico.

2. Aliviar los síntomas con los fármacos adecuados. Se puede aliviar la acidez de manera ocasional con antiácidos, como el bicarbonato o las sales de magnesio y aluminio, que no precisan de receta médica, o con bloqueadores H2. También los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, pantoprazol, etc.) son útiles, pero hay que consultar al médico cuál es la mejor opción para tratar cada problema. Sin embargo, si resulta necesario recurrir a ellos más de dos veces por semana, se debe acudir al especialista, para que diagnostique y trate de la manera adecuada la enfermedad de ERGE.

10 consejos para controlar la acidez de estómago

1. Vigila lo que comes.
Es muy importante que aprendas a reconocer qué alimentos te provocan ardor de estómago, para evitarlos. En general, no consumas chocolate, café, menta, hierbabuena, cítricos, alimentos grasos o picantes o productos a base de tomate o con vinagre.

2. Y cuida cómo lo comes.
Trata de evitar las comidas copiosas, ya que un estómago lleno ejerce una presión tal que puede provocar que el alimento sea devuelto al esófago. En cambio, come con mayor frecuencia, pero menos cantidades. No tomes los alimentos demasiado calientes ni demasiado fríos y, tras las comidas, masca un chicle sin azúcar, pues la saliva neutraliza el ácido.

3. Apuesta por determinados alimentos.
Existen algunos remedios o alimentos que ayudan a disminuir la acidez: la manzana tras una comida copiosa, o las almendras crudas, que pueden ayudarte a equilibrar tu pH.

4. Pierde algunos kilos, en caso de que padezcas sobrepeso.
La obesidad aumenta la presión abdominal, lo que puede provocar los reflujos gastroesofágicos y la consiguiente acidez. Acude a un nutricionista, si es necesario.

5. Elimina de tu vida el tabaco, el alcohol y la cafeína.
Estas sustancias agravan la acidez. En su lugar, puedes tomar infusiones de camomila, o fenogreco, que la alivian, o tomar medio vaso de agua con una cucharada de bicarbonato sódico después de las comidas fuertes.

6. No te acuestes nada más comer.
Programa tus cenas para dos o tres horas antes de irte a la cama y no te eches la siesta tras la comida del mediodía. Además, evita agacharte o practicar ejercicio físico con el estómago lleno.

7. Eleva la cabecera de la cama.
Una inclinación de unos quince centímetros reduce la posibilidad de que el contenido del estómago vuelva al esófago. Para ello, puedes poner unos libros o bloques de madera bajo las patas de la cama o una almohada con forma de cuña bajo el colchón. Dormir con almohadas extra no es una medida eficaz, porque pueden moverse durante la noche.

8. Controla el estrés.
Aprende a relajarte y a afrontar los problemas e imprevistos con calma. Disciplinas como el yoga, el tai-chi o la meditación o la actividad física pueden ayudarte.

9. Lleva prendas de ropa holgadas a la altura del abdomen.
Sobre todo, evita los cinturones o pantalones demasiado ceñidos alrededor de la cintura, pues pueden dificultar la digestión.

10. Acude al profesional sanitario cuando sea necesario.
Tu farmacéutico te recomendará antiácidos o sales para ayudarte a aliviar el dolor ocasional, pero si necesitas recurrir a ellos más de dos veces a la semana, debes acudir al médico con el fin de descartar o controlar otras dolencias más graves.

Si presentas cualquier molestia de las arriba mencionadas, acude con nosotros a Policonsultorio BioVida, donde podremos ayudartea recuperar tu salud o la de tu familiar.

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