jueves, 10 de noviembre de 2022

TOSFERINA, también llamada Tos Convulsa


La tos ferina (pertusis) es una infección de las vías respiratorias sumamente contagiosa. En muchas personas se caracteriza por una tos seca intensa seguida de sonidos agudos al inhalar que parecen chillidos.

Antes de que se desarrollara la vacuna, la tos ferina era considerada una enfermedad de la infancia. Ahora la tos ferina afecta principalmente a los niños que no han completado el esquema de vacunación y a los adolescentes y adultos que han perdido la inmunidad.

Las muertes asociadas a la tos ferina son muy poco frecuentes pero ocurren frecuentemente en bebés. Por eso es tan importante que las mujeres embarazadas, y otras personas que van a tener contacto directo con el bebé, se vacunen contra la tos ferina.

¿Qué es la tosferina?

La tosferina es una infección respiratoria aguda muy contagiosa causada por una bacteria llamada Bordetella pertussis. Las bacterias de la tosferina se adhieren a los cilios (pequeñas extensiones parecidas a vellos) que recubren parte del aparato respiratorio superior. Estas bacterias liberan toxinas (venenos) que dañan los cilios y provocan la inflamación de las vías respiratorias.

¿A quién puede afectar? 

La tosferina se ha considerado siempre una enfermedad predominantemente infantil, con una importante afectación de lactantes pequeños, quienes suelen presentar las mayores tasas de hospitalización, complicaciones graves y mortalidad. No obstante, se detecta cada vez con más frecuencia en personas de mayor edad.

¿Cómo se contagia esta enfermedad?

La bacteria causante (B. pertussis) infecta solo al ser humano y penetra en el organismo por vía aérea a través de secreciones respiratorias. Su período de incubación habitual es de 7-10 días, pero puede llegar hasta 21 días. Su transmisión es máxima antes de la aparición de los primeros síntomas y hasta al menos 2 semanas después del inicio de la tos. A los 5 días de un tratamiento eficaz cesa la transmisión.

Desde hace décadas se dispone de vacunas efectivas para esta enfermedad, que se administra primero a las mujeres embarazadas para proteger al bebé, y, posteriormente, al propio niño durante su primer año de vida. Sin embargo, la tosferina no se erradica, ya que ni las vacunas, ni el hecho de haber pasado la infección previamente proporcionan protección permanente.

¿Cuáles son los síntomas de la tosferina?

Se suelen reconocer tres fases dentro de esta infección, aunque a veces su curso puede ser menos típico:

  1. Primera fase o fase catarral: es la más contagiosa, dura 1-2 semanas y es indistinguible de un catarro común.

Los primeros síntomas pueden durar de 1 a 2 semanas y suelen incluir:

·         Moqueo o congestión nasal

·         Fiebre baja (menos de 100.4 °F)

·         Tos leve ocasional (puede no suceder con los bebés)

·         Apnea (pausas en la respiración que pueden ser mortales) y ponerse azul o morado en el caso de bebes y niños pequeños  

En sus primeras etapas, la tosferina no parece ser algo más que un resfriado común. Por ese motivo, los profesionales de atención médica a menudo solo la presumen o diagnostican cuando aparecen los síntomas más graves.

  1. Segunda fase o fase paroxística:  Entre una y dos semanas después de que empiecen los primeros síntomas, las personas con tosferina podrían presentar accesos de tos rápidos, violentos e incontrolables (paroxismos). Estos accesos de tos generalmente duran entre 1 y 6 semanas, pero pueden durar hasta 10 semanas. Los accesos de tos generalmente empeoran y se vuelven más comunes a medida que la enfermedad continúa. Aparecen los síntomas clásicos de la tosferina:

·         Accesos de tos bruscos y repetitivos que, con frecuencia, provocan vómitos y con un sonido peculiar al inspirar que se conoce como “gallo”. Estos accesos aumentan en intensidad durante 1-2 semanas, se estabilizan durante 2-3 semanas y van disminuyendo progresivamente.

·         Se sienten muy cansados entre los accesos de tos, pero parecen estar bien entre ellos.

·         En recién nacidos, prematuros y lactantes menores de 2 meses, pueden aparecer episodios de pausas respiratorias (apneas) y coloración azulada de la zona alrededor de la boca (cianosis) sin tos.

·         La fiebre y la dificultad respiratoria son muy poco frecuentes y su presencia obliga a descartar la presencia de otras infecciones asociadas.

  1. Tercera fase o fase de convalecencia: los síntomas van remitiendo a lo largo de semanas o incluso meses, aunque pueden empeorar otra vez con nuevas infecciones respiratorias.

La recuperación de la tosferina puede ser lenta. La tos se vuelve más leve y menos frecuente a medida que mejora.

Cabe destacar que la tosferina del niño vacunado tiende a ser más leve y más corta.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de sospecha de la tosferina es clínico y relativamente sencillo en lactantes y niños no vacunados que presentan un cuadro de tos típica. En cambio, no lo es tanto en niños vacunados, o en adolescentes o adultos en los que el cuadro clínico de tos no es característico.

La confirmación se lleva a cabo en el laboratorio mediante una técnica conocida como PCR (reacción en cadena de la polimerasa), a partir de una muestra de moco que se extrae de la nariz del paciente. Esta se ha convertido en la técnica de elección por su elevada capacidad para detectar la bacteria en los casos de tosferina, pero no es inmediata y, en ocasiones, se puede tardar hasta 2-3 días en disponer del resultado. Además, es útil en las primeras fases de la enfermedad, pero en cuadros más evolucionados se tiene que recurrir a analíticas sanguíneas.

¿Cuál es el tratamiento?

Al ser una infección provocada por una bacteria, se requerirá de antibióticos para combatir la tosferina. Los más utilizados son azitromicina (en pautas de 5 días) y claritromicina (en pautas de 7 días).

La administración precoz (en fase catarral) de estos antibióticos puede reducir la intensidad y duración de la sintomatología, así como la contagiosidad. Por ello, en la mayoría de los casos, se iniciará el tratamiento ante la sospecha clínica de la enfermedad, si bien aún no se disponga de confirmación microbiológica. Una vez establecida la tos típica, el tratamiento tiene poco impacto sobre su evolución clínica, pero sí puede disminuir la transmisión de la bacteria.

En el caso de pacientes de menor edad, puede ser necesario el empleo de otras medidas como la oxigenoterapia suplementaria, la monitorización respiratoria, un ambiente relajado, una dieta adaptada, etc.

En cuanto a los antitusígenos, tienen una eficacia limitada, así como el salbutamol o, incluso, los corticoides inhalados u orales, que se pautan para intentar aliviar los cuadros de tos, pese a que su efectividad no ha sido demostrada.


¿Se puede prevenir la tosferina?

Las medidas más efectivas en el control de esta enfermedad son el mantenimiento de una alta tasa de cobertura vacunal en niños, adolescentes y adultos, evitando además la exposición de los lactantes y otros sujetos con alto riesgo de contagio.

En concreto, existen tres medidas fundamentales para la prevención de la tosferina:

  1. Vacunación: es la mejor medida preventiva para el control de esta enfermedad. En nuestro país, su administración se realiza a los 2, 4 y 11-12 meses de edad, con un refuerzo posterior a los 6 años y una dosis final en el adolescente (12-14 años).  Como la vacunación no se inicia hasta los 2 meses de vida, la estrategia para proteger a esos lactantes, que son los que desarrollan las formas más graves de la enfermedad, es la vacunación sistemática frente a tosferina a todas las embarazadas entre la 28 y la 36 semana de gestación, que se ha iniciado en los últimos años. De esta manera, la madre genera anticuerpos contra la enfermedad que van a pasar al feto a través de la placenta y que le protegerán hasta que pueda vacunarse.
  2. Administración del mismo tratamiento que recibe el paciente al resto de convivientes, aunque se encuentren asintomáticos, con el fin de limitar la transmisión de la bacteria. Esta medida no está indicada en compañeros de clase en colegios, guarderías o institutos.
  3. Aislamiento respiratorio del paciente hasta cumplir, al menos, 5 días de tratamiento.

Manejar los síntomas en casa

Maneje los síntomas de la tosferina y disminuya el riesgo de transmitirles las bacterias a otras personas.

  • No tome medicamentos para la tos salvo que se lo recomiende su profesional de atención médica.
  • Tome los antibióticos exactamente de la manera en que los haya recetado el médico.
  • En lo posible, mantenga la casa libre de agentes irritantes que pudieran desencadenar la tos, tales como humo, polvo y vapores de sustancias químicas.
  • Use un humidificador limpio de vapor frío para ayudar a aflojar las mucosidades y a calmar la tos.
  • Lávese frecuentemente las manos con agua y jabón por al menos 20 segundos.
  • Coma pequeñas comidas cada cierta cantidad de horas para ayudar a prevenir los vómitos.
  • Tome bastante líquido, como agua, jugos y sopas, y coma frutas para evitar la falta de líquidos (deshidratación).
  • No tome medicamentos para la tos salvo que se lo recomiende su profesional de atención médica. La medicina para la tos probablemente no ayudará y con frecuencia no se recomienda para niños menores de 4 años.
  • Notifique de inmediato cualquier signo de deshidratación a su profesional de atención médica.  

Los signos de deshidratación incluyen:

  • Boca seca o pegajosa
  • Somnolencia o cansancio
  • Sed
  • Menos cantidad de orina o menos pañales mojados
  • Pocas o ninguna lágrima cuando llora
  • Debilidad muscular
  • Dolor de cabeza
  • Mareos o sensación de desmayo.

Obtener tratamiento en Emergencia en un Hospital

La tosferina a veces puede ser muy grave y puede causar complicaciones, especialmente para los bebés. Las personas con enfermedad grave o complicaciones necesitan atención médica en un hospital. Aproximadamente la mitad de los bebés menores de 1 año que contraen la tosferina necesitan recibir atención médica en un hospital.

El tratamiento hospitalario de la tosferina generalmente se enfoca en lo siguiente:

  1. Mantener las vías respiratorias despejadas. Esto podría requerir sacar (succionar) las mucosidades.
  2. Monitorear la respiración y dar oxígeno, si es necesario.
  3. Prevenir o tratar la deshidratación. Las personas podrían necesitar líquidos intravenosos (a través de una vena) si muestran signos de deshidratación o tienen dificultad para comer.

Si tú o tus niños tienen alguna de las molestias las arriba mencionadas, acude con nosotros a Policonsultorio BioVida, donde podremos ayudarte a recuperar tu salud o la de tu familiar, tenemos la experiencia y el conocimiento para poder ayudarte.

Estamos en la Calle Crevaux 317, frente a la plaza principal, atendemos de lunes a viernes mañana (07:30 a 12:00) y tarde (15:30 a 18:00), reservas al 77032111; o si prefieres a través de teleconsulta desde la comodidad de tu hogar.

Cualquier duda o consulta, puedes comunicarte conmigo a través del +591 72633181, y Siguenos en el Facebook:

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miércoles, 9 de noviembre de 2022

LARINGITIS Ó TOS PERRUNA, que debes saber

La laringitis aguda es una causa frecuente de obstrucción aguda de las vías aéreas superiores en la infancia, siendo un motivo de consulta habitual en un servicio de urgencias. Es un síndrome caracterizado por la presencia de un grado variable de tos perruna o metálica, afonía, estridor y dificultad respiratoria.

¿Qué es la laringitis aguda?

La laringitis aguda es una inflamación de la laringe, que es la vía aérea superior donde se encuentran las cuerdas vocales. Dicha inflamación ocasiona una obstrucción de esa zona de intensidad variable.

¿A quién afecta?

La laringitis aguda afecta, sobre todo, a niños y niñas entre los 6 meses y 6 años de edad, con mayor intensidad en el segundo año de vida, aunque puede afectar a niños de cualquier edad.

La laringitis representa un 15-20% de los casos de infecciones respiratorias y puede aparecer en cualquier época, aunque es más frecuente en otoño e invierno por los cambios climáticos bruscos y las epidemias de virus respiratorios.

¿Qué causa la laringitis aguda en niños?

La laringitis aguda suele estar provocada por un virus, principalmente por el virus parainfluenza, y en concreto el virus parainfluenza 1el más frecuente y causante de, aproximadamente, la mitad de los casos.

Existen otros virus que pueden causar laringitis aguda y entre ellos se encuentran:

Virus influenza A y B: virus de la gripe y causante de la epidemia de influenza estacional cada año.

Adenovirus: pueden infectar las vías respiratorias, así como los ojos, el sistema digestivo y las vías urinarias.

Virus respiratorio sincitial: es un virus muy común que causa otras infecciones en los pulmones y en las vías respiratorias en los bebés y niños pequeños, como la bronquiolitis.

¿Qué síntomas produce?

La laringitis aguda produce inflamación en la zona donde se encuentran las cuerdas vocales, lo que ocasiona que su síntoma más característico sea una tos seca, conocida como “perruna”, porque recuerda al ladrido de un perro, que puede ir acompañada de afonía.
Esta tos perruna puede:

·         Esta infección puede aparecer acompañada de fiebre.

·         Comenzar de forma brusca (generalmente, de madrugada).

·         Ir precedida de síntomas catarrales.

·         Acompañarse de fiebre en grado variable y durante unos 2-3 días.

En casos moderados y/o graves de laringitis, puede aparecer un ruido característico con la respiración, que conocemos como estridor. Este sonido es señal de que las vías respiratorias superiores están estrechadas. Este ruido aumenta cuando el niño se agita o con el llanto y, en casos graves, provoca dificultad respiratoria, similar a la que se produce en una crisis asmática.

¿Qué tipos de laringitis hay?

La laringitis aguda se puede clasificar en:

1.    Laringitis leve: el niño tiene tos perruna, ronquera o afonía y puede presentar estridor cuando tose, llora o se agita, pero no cuando está en reposo.

2.    Laringitis moderada: al igual que la laringitis leve, se caracteriza por tos perruna y ronquera pero, en este tipo de laringitis, el pequeño presenta estridor cuando está en reposo.

3.    Laringitis grave: presenta las mismas características de la laringitis moderada pero en esta aumenta mucho la dificultad para respirar. Además, puede aparecer una coloración azulada alrededor de la boca cuando el niño o niña se agita.

¿Cómo se diagnostica?

La laringitis aguda puede diagnosticarse con la historia clínica y una exploración física adecuada, y no precisa de la realización de pruebas complementarias. En la exploración, el profesional médico debe:

Mantener al niño en la posición lo más confortable posible (en lactantes, preferiblemente, en brazos de los padres y/o cuidadores).

Evitar explorar la garganta, ya que puede producir empeoramiento de los síntomas.

¿Cómo se trata?

La laringitis aguda suele ser un proceso benigno que, en muchas ocasiones, no requiere de otras medidas terapéuticas más que de antiinflamatorios y, principalmente, corticoides, estos últimos siempre bajo prescripción médica. La mayoría de los pacientes no precisan exploraciones complementarias ni hospitalización, por lo que pueden ser tratados en Atención Primaria.

Además, dado que se trata de un proceso producido por virus, no es necesario tomar antibióticos. En casos moderados y/o graves, se recurrirá a adrenalina administrada en aerosol con el fin de bajar la inflamación de la vía aérea.

Claves ante la laringitis aguda en niños:

1.    Evita el ambiente seco en casa. Utiliza humidificadores o permanece con el niño o niña en el baño para que respire el vapor generado por el agua caliente.

2.    Abrígale e intenta que respire aire frío de la calle. Aunque no existen pruebas de su eficacia, parece tener un efecto beneficioso en la desinflamación de las vías respiratorias.

3.    Mantén la cabeza del niño elevada en la cama. Para ello eleva el cabecero de la cuna del niño, favorecerás su respiración.

4.    No le fuerces a comer.  Es normal que ante una laringitis, tu pequeño pierda el apetito. En su lugar, ofrécele líquidos para mantenerle hidratado.

5.    Acude siempre a tu médico de confianza. La laringitis aguda mejorar en, aproximadamente, una semana tras dos o tres días de tratamiento con corticoides, que deberán ser pautados por tu médico, y no requiere de tratamiento con antibiótico.

6.  Controla su temperatura. Si presenta fiebre, puedes administrarle un medicamento antitérmico (paracetamol o ibuprofeno) para bajar su temperatura corporal.

7.    Vigila su respiración. Si tu hijo presenta estridor -un ruido característico que aparece con la respiración- aunque esté tranquilo, tiene dificultad para tragar o babea mucho, y su dificultad respiratoria empeora, acude de inmediato al servicio de urgencias.

¿Cuándo debo consultar?

Si, en cualquier momento, su hijo presenta empeoramiento debe buscar atención médica inmediata. Esto incluye:

·         Cuando haga ruido al coger el aire (estridor) estando el niño tranquilo.

·         Si tiene dificultad respiratoria: respira cada vez más deprisa, se le marcan las costillas, mueve mucho el abdomen, se le hunde el pecho o estira el cuello.

·         Si presenta coloración blanquecina o azulada alrededor de la boca.

·         Cuando el niño tenga dificultad para tragar o si babea mucho.

Si presenta empeoramiento de los síntomas.

Si tú o tus niños tienen alguna de las molestias las arriba mencionadas, acude con nosotros a Policonsultorio BioVida, donde podremos ayudarte a recuperar tu salud o la de tu familiar, tenemos la experiencia y el conocimiento para poder ayudarte.

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