¿Qué es la retinopatía diabética?
La retinopatía diabética son
los daños en la retina originados por la descompensación metabólica
a causa de la diabetes.
Es la enfermedad vascular más
habitual en esta parte del ojo e implica una pérdida de visión que,
en ocasiones, puede ser irreversible. De hecho, aunque inicialmente puede pasar
desapercibida (en sus fases iniciales no suele dar síntomas), puede
provocar ceguera si no se trata a tiempo.
Los síntomas más
habituales son:
- Visión
borrosa y pérdida gradual de la visión.
- Visión
de manchas o “moscas volantes”.
- Sombras
o áreas de visión perdidas.
- Dificultad
para ver de noche.
¿A quién
afecta la retinopatía diabética?
La retinopatía diabética afecta a
personas con diabetes (de tipo 1 y 2). Se estima que, actualmente, la
tienen la mitad de los pacientes diabéticos de entre 40 y 59 años y
cerca del 70% de entre 60 y 79 años.
En este sentido, el tiempo de la
evolución de la enfermedad y un mal control metabólico aumentan el riesgo
de sufrir alteraciones visuales.
Factores
de riesgo
Cualquier persona que tenga
diabetes puede manifestar retinopatía diabética. El riesgo de manifestar la
afección ocular puede aumentar como consecuencia de lo siguiente:
- Tener
diabetes mucho tiempo
- Control
deficiente del nivel de glucosa en la sangre
- Presión
arterial alta
- Colesterol
alto
- Embarazo
- Consumo
de tabaco
- Ser
afroamericano, hispanoamericano o indígena estadounidense
¿Se puede
prevenir?
No se puede prevenir. No obstante,
es importante que el paciente diabético visite periódicamente a un oftalmólogo para
evitar sus complicaciones más graves.
En cualquier fase de la
retinopatía diabética puede aparecer el edema macular, que es
la causa más frecuente de pérdida de visión en las personas con
diabetes.
Además, sin un control adecuado
por un especialista, puede avanzar hasta su tipo más severo: la
retinopatía diabética proliferativa, que su vez puede implicar graves problemas
visuales como:
- Hemorragias
en el interior del ojo.
- Un desprendimiento
de retina.
¿Cuál es
su tratamiento?
El tratamiento depende de la zona
afectada y el grado de desarrollo de la enfermedad. Actualmente, existen
diferentes opciones de tratamiento:
- Cirugía (indicado
para casos de retinopatía diabética proliferativa o complicaciones
graves).
- Inyecciones
de fármacos en el ojo.
- Tratamiento
láser.
Cada caso debe ser valorado de
forma personalizada por un oftalmólogo experto en retina.
Complicaciones
La retinopatía diabética implica
el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos de la retina. Las complicaciones
pueden provocar problemas de visión graves:
- Hemorragia vítrea. Los
vasos sanguíneos nuevos pueden perder sangre en la sustancia gelatinosa
trasparente que ocupa el centro del ojo. Si la cantidad de sangrado es
pequeña, podrías solo ver unas pequeñas manchas oscuras (cuerpos
flotantes). En casos más graves, la sangre puede llenar la cavidad vítrea
y bloquear por completo la visión.
La
hemorragia vítrea por sí misma, generalmente, no provoca la pérdida de visión
permanente. A menudo, la sangre desaparece del ojo en pocas semanas o en unos
meses. A menos que la retina esté dañada, tu visión puede volver a su claridad
anterior.
- Desprendimiento de retina. Los
vasos sanguíneos anormales que se relacionan con la retinopatía diabética
estimulan el crecimiento de tejido cicatricial, que puede desprender la
retina de la parte posterior del ojo. Esto puede provocar manchas que
flotan en tu visión, destellos de luz o pérdida grave de la visión.
- Glaucoma. Pueden crecer nuevos vasos
sanguíneos en la parte delantera del ojo (iris) que afectan el flujo
normal de líquido hacia afuera, lo que provoca una rápida acumulación de
presión en el ojo. Esta presión puede dañar el nervio que lleva imágenes
desde el ojo al cerebro (nervio óptico).
- Ceguera. La
retinopatía diabética, el edema macular, el glaucoma o una combinación de
estas afecciones pueden provocar la pérdida total de la visión, sobre todo
si las afecciones no se tratan de la manera adecuada.
Prevención
La retinopatía diabética no
siempre puede prevenirse. Sin embargo, los exámenes regulares de la vista, el
buen control del nivel de glucosa en la sangre y de la presión arterial, así
como la intervención temprana para los problemas de visión pueden ayudar a
prevenir la pérdida grave de la visión.
Si tienes diabetes, haz lo
siguiente para reducir el riesgo de padecer retinopatía diabética:
- Controla la diabetes. Haz
de la alimentación saludable y la actividad física parte de tu rutina
diaria. Trata de hacer semanalmente al menos 150 minutos de actividad
aeróbica moderada, como caminar. Toma los medicamentos orales para la
diabetes o la insulina según las indicaciones.
- Controla los niveles de glucosa sanguínea. Es
posible que debas controlar y registrar el nivel de glucosa sanguínea
varias veces al día o con más frecuencia si estás enfermo o estresado.
Pregúntale al médico con qué frecuencia debes medir la glucosa en la
sangre.
- Pregúntale al médico acerca de una prueba de
hemoglobina glicosilada. La prueba de hemoglobina
glicosilada, o prueba de hemoglobina A1C, refleja el nivel promedio de
glucosa en la sangre durante un período de dos a tres meses antes de la
prueba. Para la mayoría de las personas con diabetes, la meta de HbA1c es
estar por debajo del 7 %.
- Controla la presión arterial y colesterol. Puede
ser de ayuda comer alimentos saludables, hacer ejercicio regularmente y
perder los kilos de más. A veces también se necesitan medicamentos.
- Si fumas o usas otros tipos de tabaco, consulta con el
médico para que te ayude a dejar de hacerlo. Fumar
incrementa el riesgo de diversas complicaciones de la diabetes, como la
retinopatía diabética.
- Préstale atención a los cambios en la visión. Comunícate
inmediatamente con el oftalmólogo si experimentas cambios súbitos en la
visión o si esta se vuelve borrosa, nublada o si ves manchas o puntos.
¿Cómo se
puede mejorar el pronóstico de la retinopatía diabética?
Para mejorar el pronóstico de
la retinopatía diabética y prevenir daños visuales es clave que el
paciente adopte un rol activo. Por ello, recomendamos:
Llevar a cabo revisiones
periódicas con el endocrino y también con el oftalmólogo (al
menos una vez al año).
Realizar un control
metabólico de los factores de riesgo de la enfermedad: glicemia, presión
arterial y lípidos plasmáticos.
Adoptar hábitos de vida
saludables: evitar el sobrepeso, el sedentarismo y el
tabaco.
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